Pescadores artesanales de la región lideran la restauración de ecosistemas marino-costeros

Rodrigo Sánchez Grez, Director de Programas Fundación Capital Azul

| 26 May 2022

Con más de 100 mil kilómetros de línea costera, que equivalen a dos vueltas y media al planeta por la línea del Ecuador, Chile ha ejercido una presión enorme sobre esta zona y sus recursos, que han sido sobreexplotados durante décadas. La abundancia y biodiversidad que antes caracterizaban a la costa del centro del país hoy solo permanece atesorada en la memoria de los habitantes de las comunidades costeras. Sus relatos son estremecedores: peces litorales como el Pejeperro (Semicossyphus darwini) o la Mulata (Graus nigra), que antes proliferaban, ya no son más que un recuerdo. Esto es parte de lo que algunos científicos catalogan como la sexta extinción masiva de especies.

Pero esta crisis también representa una oportunidad. En diciembre de 2021, el sindicato de pescadores de Caleta Zapallar inauguró de forma oficial su Refugio Marino, una zona de 15 hectáreas en la que no se pueden extraer recursos y que se encuentra inserta dentro del Área de Manejo y Explotación de Recursos Bentónicos (AMERB) que administran los pescadores artesanales de este balneario. Así se espera que espacios como éste se regeneren y vuelvan a florecer.

Con más de 700 AMERB a lo largo de la costa de Chile, incentivar la creación de Refugios Marinos es una respuesta concreta ante la necesidad de conservar y utilizar sosteniblemente los océanos y sus recursos, tal como lo establece uno de los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la ONU. En medio de una crisis climática global desatada, más de tres mil millones de personas dependen de la biodiversidad marina y costera para su sustento, por lo que es urgente impulsar este tipo de modelos colaborativos.

Desde el año 2016 que en Fundación Capital Azul encabezamos un ambicioso programa basado en ciencia para establecer Refugios Marinos en alianza con sindicatos de pescadores artesanales. Además de Zapallar, hemos apoyado la creación de otros cuatro Refugios Marinos en la región de Valparaíso, en La Ballena, Cachagua, Maitencillo y Ventanas, marcando los primeros pasos para la conformación de una red de Refugios Marinos.

Estas áreas marinas no extractivas combinan uso y conservación en un mismo sistema. En este paradigma de conservación, son los propios pescadores los que lideran la restauración de ecosistemas marino-costeros para aumentar la biodiversidad y obtener beneficios tangibles en la productividad de sus pesquerías. Para ello contempla elementos como vigilancia costera, monitoreo de biodiversidad e investigación en ciencias sociales. De esta manera, las comunidades se encargan de gestionar y proteger de forma sostenible los ecosistemas marino-costeros con miras hacia su conservación y regeneración, fortaleciendo a la vez su adaptación y resiliencia en un escenario climático cambiante.