Decenas, quizá cientos de personas, se mueven de un lado a otro. Algunas parecen desplazarse con decisión, mientras que otras caminan sin rumbo fijo como dejándose llevar por la simple intuición. Es realmente un hervidero de gente, algo caótico, y visto desde la distancia puede resultar abrumador, pero el espacio es tan grande que está lejos todavía de verse colapsado.
En medio del murmullo colectivo, se alcanzan a distinguir palabras sueltas en inglés, español y otros idiomas que reflejan la diversidad de orígenes: delegaciones de alrededor de 150 países han llegado hasta aquí, al Palacio de las Exposiciones de Niza, Francia, en el marco del One Ocean Science Congress. Un congreso que busca que las decisiones basadas en ciencia faciliten y promuevan la conservación y el uso sostenible del océano, justo en la antesala de la Tercera Conferencia de las Naciones Unidas sobre los Océanos (UNOC3).
La tenue luz del recinto solo es interrumpida por los focos que iluminan los 660 afiches científicos y a sus respectivos autores y autoras, que están presentes para contar sus estudios e intercambiar conocimientos con sus pares. Entre los cientos de afiches, cuesta encontrar el número 192, pero allí, en medio de la densa marea científica, Francisco Contreras Drey, director de Ciencia & Monitoreo de Fundación Capital Azul e investigador del Instituto Milenio en Socio-Ecología Costera SECOS, presenta su trabajo: “El comportamiento de escape de los peces de arrecifes rocosos revela el impacto de la pesca submarina en diferentes regímenes de acceso”.
El océano tiene muchas voces. Algunas resuenan en las caletas, otras se escuchan en las olas. Y algunas, pocas veces, logran viajar hasta los grandes escenarios, muy cerca de donde se toman decisiones que bien podrían impactar -para bien o para mal- el futuro de nuestro vínculo con el mar. Desde Chile, una de esas voces llegó hasta aquí con una pregunta tan simple como poderosa: ¿Qué nos dice un pez de roca cuando huye de un buzo?
Una interrogante que nos abre la puerta a entender cómo la pesca, la conservación y el cuidado de nuestro mar están profundamente entrelazados. Para intentar responder aquella pregunta, se utilizó la distancia de iniciación de escape, que es la distancia mínima a la que un organismo comienza a huir ante una amenaza que se aproxima. Algo así como un “termómetro del miedo” que nos puede dar indicios sobre qué tanto ha sido perseguida determinada especie.
La investigación se enfocó en tres especies de peces de roca importantes para la pesca submarina, y que tienen relevancia tanto comercial como recreativa: Bilagay (Cheilodactylus variegatus) Rollizo (Pinguipes chilensis) y Jerguilla (Aplodactylus punctatus). El estudio se realizó en el norte y centro de Chile, regiones con diferentes niveles de presión pesquera dependiendo de la especie), y abarcó tres regímenes de acceso: áreas de libre acceso (sin regulación), Áreas de Manejo y Explotación de Recursos Bentónicos (AMERB, que cuenta con pesca artesanal regulada) y Áreas Marinas Protegidas (sin extracción ni pesca, en este caso la Reserva Marina de Las Cruces).
Los descubrimientos clave del estudio revelaron que los peces grandes son más cautelosos y exhiben una mayor distancia de huida, mientras que en las zonas con mayor presión de pesca, los peces mostraron ser más desconfiados. Por el contrario, en las Áreas Marinas Protegidas (AMPs) y las Áreas de Manejo y Explotación de Recursos Bentónicos (TURFs), los peces se mostraron más tranquilos y confiados, lo que sugiere que la protección hace que los peces bajen la guardia y que la conservación funciona. Además, el estudio concluyó que una distancia de escape más alta está directamente asociada con la amenaza que representan las actividades de pesca submarina.
EN EL MAR DE AFICHES
El horario para ver los afiches científicos era de 6 a 8 de la tarde durante tres días. Tomándose ciertas libertades, Francisco Contreras Drey no permaneció allí a tiempo completo, sino que también aprovechó de recorrer y conocer otros estudios. Dos QR, uno con su artículo publicado y otro con su contacto le permitieron al también investigador del Centro de Ecología Aplicada y Sustentabilidad (CAPES) moverse con mayor libertad, y también dieron pie a nuevas conversaciones técnicas en torno a las metodologías y métricas usadas, sobre la sorpresa que generaba ver este tipo de trabajos fuera de los sistemas terrestres, así como preguntas con respecto al comportamiento de los peces y los regímenes de acceso (AMERB, área de libre acceso y área marina protegida).
“Hablé también de las proyecciones del estudio, que la idea de nosotros ahora es hacerlo en el modelo TURF-Reserve o de Refugios Marinos, que esos datos todavía no los tomamos, pero la idea es darle una continuidad a ese trabajo en este régimen de acceso”, explicó Francisco, detallando que el objetivo sería hacer la comparación con el paper publicado. “Idealmente esperaríamos encontrar el mismo comportamiento en los Refugios Marinos y en la reserva de ECIM, y que haya diferencias similares también con AMERB y área libre”.
De manera similar, si este estudio se replicara en un Refugio Marino implementado hace solo un par de años, lo que se espera es encontrar diferencias con aquellos Refugios que ya tienen más de cinco años. Esta podría ser otra línea de comparación: analizar las diferencias entre Refugios Marinos en función de sus años de implementación.
INTERCAMBIO ENTRE PARES
Más allá de la exposición de su trabajo, el congreso fue también una oportunidad para recorrer, aprender y encontrarse con otros investigadores y sus propias preguntas.
Candidato a PhD en Ecología en la PUC, Francisco Contreras Drey destaca que hayan tantas personas, de distintas nacionalidades y rincones del planeta, tratando de abordar desafíos locales que se repiten a escala global con miras hacia la sostenibilidad del océano y la resiliencia de las comunidades costeras.
A diferencia de los afiches científicos, que abordaban temas particulares y más de nicho, los temas más transversales se abordaron de manera especial con speakers y presentaciones orales. Justamente en uno de esos espacios participó Stefan Gelcich Crossley, cofundador de Fundación Capital Azul y académico PUC, con su trabajo “Coproducir mejoras en la eficacia de los organismos de control para combatir la pesca ilegal”. Una charla a la que también asistió Francisco Contreras Drey.
“Siento que todos estamos trabajando en aspectos similares. Por ejemplo, con respecto a la pesca ilegal, tú puedes ver que las problemáticas se repiten en otros tipos de áreas, en otros países. Entonces, lo bueno es que se atacaron problemáticas transversales, y no tanto de nicho”, valoró Contreras Drey, agregando que “muchos de los desafíos que se relacionan con los Refugios Marinos de alguna u otra forma los podías ver allá con expositores top, entonces se aprovechó la instancia para refrescar y conocer cosas nuevas”.
Al igual que otros congresos científicos, el One Ocean Science Congress también sirvió como una plataforma para tejer redes y fomentar la colaboración entre pares. “Fue una gran experiencia poder compartir con personas de ciencia, y ver que hay gente que está trabajando hacia la misma dirección en términos de conservación, de sustentabilidad. Y ver también que lo que estás haciendo puede ser replicable para otros. Eso es lo gratificante”, señaló Francisco, poniendo énfasis en la importancia de compartir aprendizajes, abrirse a nuevas formas de investigar y seguir construyendo redes que conectan la ciencia con las comunidades que dependen del mar.