Taller de acuarios. Crédito: Daniela Calderón Quirgas.

Manos que tocan el mar: taller de acuarios para fortalecer la educación ambiental en Refugios Marinos

Fundación Capital Azul y Acuario Ambulante brindaron un espacio de aprendizaje colectivo.

| Comunidades & Educación | 10 Jun 2025

En medio del incesante sonido de las olas, una densa y gris vaguada costera penetra tierra adentro. A ratos la visibilidad es baja, y el rocío parece ir poco a poco limpiando y purificando allí por donde pasa en esta fría mañana de otoño. Entre la nubosidad espesa, veloces y escurridizas golondrinas revolotean apareciendo de improviso, mientras algunos claros de luz intermitente revelan roqueríos donde descansan garzas, huairavos y cormoranes.

Hay tanto entusiasmo por lo que depara la jornada, que ni el frío es capaz de aplacar el ánimo ni el asombro. Tras unas breves palabras introductorias de las encargadas de facilitar la actividad organizada por Fundación Capital Azul, cada asistente comenzó a compartir qué es lo que más les gusta del mar. Historias y recuerdos sobre nados, marisqueos y buceos salieron a flote. Con una sensibilidad especial, Eloísa Garrido —de Acuario Ambulante— fue guiando una experiencia de aprendizaje multidireccional, llena de preguntas, respuestas y curiosidad compartida.

Armado colectivo del acuario en modo «aprender haciendo». Crédito: Daniela Calderón Quirgas.

Para un taller sobre buenas prácticas en la preparación y uso de acuarios para la educación ambiental en Refugios Marinos, el acuario no podía estar armado: había que construirlo desde cero. Piedritas, agua, especies marinas traídas por Eloísa con cuidado desde un laboratorio… entre todas y todos fueron dando forma al espacio. Así, aprendieron no solo cómo se monta un acuario toca-toca, sino también cómo se cuida y se desmonta respetuosamente. Las preguntas fluían: sobre técnicas, tiempos, especies, cuidados. Eloísa respondía con generosidad y claridad, y pescadores y pescadoras también compartían sus saberes en este encuentro de aprendizaje mutuo. 

El objetivo era conjugar el conocimiento académico proveniente desde la biología marina con los saberes tradicionales locales, nutriéndose de las perspectivas de representantes de los Sindicatos de Pescadores de Cachagua y La Polcura. Fue una reflexión colectiva sobre la ética y los cuidados de la vida marina para el diseño de actividades educativas con enfoque en infancias y otros públicos.

“Se formó un ambiente muy amable, de escucha desde los dos lados. Yo entregando mis saberes desde la biología marina y, por otro lado, el conocimiento increíble que tiene esta comunidad de pescadores y pescadoras. Creo que formamos un buen equipo conversando del mar y sus especies”, reconoció Eloísa Garrido.

Eloísa Garrido, de Acuario Ambulante. Crédito: Daniela Calderón Quirgas.

La sensación común era de haber comprendido no solo el “cómo”, sino también el “por qué” de cada paso. Y para complementar la entrega de la información, desde Acuario Ambulante proporcionaron a cada participante un protocolo sobre el manejo de organismos vivos en acuarios.

Javiera Espinoza Jara, encargada del programa de educación de Fundación Capital Azul, destacó que “fue una instancia para compartir entre distintos Sindicatos acerca de cómo pueden socializar el cuidado de los Refugios Marinos mediante actividades de educación ambiental”. 

El taller se convirtió en una experiencia de aprendizaje colectivo. Crédito: Daniela Calderón Quirgas.

COMPARTIENDO SABERES

En medio de la playa de La Polcura, ante una decena de niños y niñas de la Escuela de Pichicuy, Walter Torres hizo gala de sus dotes de profesor en diciembre de 2024. Con carisma y un desplante cautivador, compartió sus saberes de una vida junto al mar en los acuarios que junto al Sindicato prepararon en el marco de la inauguración del Refugio Marino de La Polcura.

Hoy, con más y nuevas herramientas, Walter espera seguir sembrando semillas de cuidado del Refugio Marino y el océano en las infancias. “Esto nos va a servir para traer niños de un colegio y enseñarles todas las especies que están en el mar. Fue bonita la experiencia y que se siga haciendo para enseñarle a las demás personas”, dijo Walter.

Silvia Otárola, otra de las integrantes del Sindicato de Pescadores de La Polcura, comentó sobre el taller que “lo más valioso fue haber conocido realmente cómo se arma un acuario: ver cómo son los elementos que necesita y que con eso se puede conocer más sobre la vida de las especies. Fue una muy buena experiencia”.

Silvia Otárola, del Sindicato de Pescadores de La Polcura. Crédito: Daniela Calderón Quirgas.

Desde el Sindicato de Pescadores de Cachagua, cuya inauguración en abril de 2024 también contempló un rol protagónico de las infancias, Cristóbal Molina valoró que “esto no es difícil, lo podemos hacer nosotros mismos. Crear un acuario en nuestro Sindicato servirá para acercar a la gente, quizá invitar a un colegio, y sin dañar las especies mostrarlas y que así puedan conocer la vida marina. Para mí es interesante, y creo que para un niño va a ser mucho más, porque es una forma de enseñarles sobre las especies de nuestro Refugio Marino y su conservación, que es lo principal”. 

Entre preguntas, aprendizajes y el armado colectivo de un pequeño acuario, este taller dejó la certeza de que los conocimientos tradicionales y la ciencia pueden dialogar, complementarse y potenciarse en la construcción de herramientas educativas desde las propias comunidades.

“La importancia de conjugar conservación, educación y comunidad es que existen otras maneras de compartir saberes y conocimientos acerca de los animales y otras especies que encontramos en los Refugios Marinos. Hay saberes que vienen desde las comunidades, y que hablan de las memorias e identidades que son importantes compartir. Eso le va a otorgar valor a estos lugares y permitirá que se puedan cuidar estas especies”, agregó Javiera Espinoza Jara.

Las semillas quedaron sembradas en La Polcura y Cachagua. Ahora serán las manos locales las que seguirán tocando con cuidado el mar, compartiendo sus saberes y contando historias con aroma a sal y a brisa marina a las nuevas generaciones.

Taller de buenas prácticas en acuarios. Crédito: Daniela Calderón Quirgas.
Taller de buenas prácticas en acuarios. Crédito: Daniela Calderón Quirgas.
Taller de buenas prácticas en acuarios. Crédito: Daniela Calderón Quirgas.
Taller de buenas prácticas en acuarios. Crédito: Daniela Calderón Quirgas.
Taller de buenas prácticas en acuarios. Crédito: Daniela Calderón Quirgas.
Taller de buenas prácticas en acuarios. Crédito: Daniela Calderón Quirgas.
Taller de buenas prácticas en acuarios. Crédito: Daniela Calderón Quirgas.
Taller de buenas prácticas en acuarios. Crédito: Daniela Calderón Quirgas.
Taller de buenas prácticas en acuarios. Crédito: Daniela Calderón Quirgas.
Taller de buenas prácticas en acuarios. Crédito: Daniela Calderón Quirgas.
Taller de buenas prácticas en acuarios. Crédito: Daniela Calderón Quirgas.
Taller de buenas prácticas en acuarios. Crédito: Daniela Calderón Quirgas.
Taller de buenas prácticas en acuarios. Crédito: Daniela Calderón Quirgas.
Taller de buenas prácticas en acuarios. Crédito: Daniela Calderón Quirgas.
Crédito: Daniela Calderón Quirgas.
Pilpilén negro. Crédito: Daniela Calderón Quirgas.